desvaríos varios

¿Qué es lo que hice mal?
¿En qué fallé?
¿Por qué se acabó?
¿Por qué ya no estás?
¿Por qué?
¿Por qué?

Te amaba más que a mi vida.
Hubiera dado todo a cambio de un segundo más en tu piel.
Lo sabes.
Es un secreto a voces.
Un grito en silencio.


¿Por qué?
¿Por qué?
¿Por qué?
...


Esta tortura se ha repetido cada día en mi mente durante los últimos años; una y otra y otra vez, cada segundo, cada minuto, cada hora, cada día, cada mes, año a año.


¿Por qué si me querías no luchaste por mi?
¿Por qué dejamos de ser nosotros?
¿Por qué si veías que estaba pasando este infierno no viniste a salvarme?



Son las mismas preguntas, que se han quedado clavadas en mi mente, en mi alma; esa tan oscura que me hace temblar. Y hiere a todo aquel que quiere entrar.


No quiero cavar hondo en mi por miedo a lo que pueda encontrar. A que vuelva. No quiero abrir la puerta de nuevo, y sentir esa herida que sangra y que hiere y que mata como ninguna otra. No quiero (ni puedo) morir de nuevo (en/por ti).


Pero quizás, como me han dicho, esta sea la única manera.
Sacar todos esos pensamientos inconscientes que he enterrado en mi memoria donde yo misma no puedo entrar. Sacarlos todos. Y liberarme poco a poco de este lastre que no me deja andar.


¿Por qué no me quisiste de la forma en que prometías hacerlo?
¿Por qué mentiste?
¿Por qué me hiciste soñar con un mundo que no eras capaz de darme?
¿Por qué?


¿Por qué no soy capaz de volver a enamorarme?


Porque estás en mi y no. Porque quiero ser libre. Y recuperar la fuerza. Y lograr la ilusión. Y sentir la pasión. Y encontrar la paz. Y ser feliz. Sí. Feliz. Más que nunca. Y sin miedo. Y tener sueños. Y hacerlos realidad. Y que duren siempre. Y reirme de esto.


¿Por qué volviste si no estabas dispuesto a quedarte?
¿Por qué cerraste candados si no permitías que entrara?
¿Por qué una caja?


Hay tantas preguntas en mi sin responder. Hay tantas cosas que me hubiera gustado saber.